sábado, 5 de mayo de 2012

La insoportable decadencia del ser

Hos he hablado tantas veces de mi barrio dentro del conjunto desestructurado que define a Barcelona y la incongruente gestión que hacen los mandamases de la irrealidad de la ciudad que a veces siento que me hago pesado, que soy un antisistema o que realmente vivo en los mundos yonkis de Yupi. Porque en la televisión sólo veo que Barcelona esto y lo otro, que los guiris aman mi sucia ciudad, que Barcelona es ejemplo de bla bla bla... pero es que la realidad cotidiana del ciudadano es otra muy distinta (y muchos extranjeros empiezan a darse cuenta de la inseguridad que rodea a la ciudad).

En este caso el fenómeno de crisis económica que estamos viviendo y que cada día se agudiza más (desde los tiempos de la proclama de los brotes verdes de ZP ha llovido mucho...) en el sinvivir del sufrido ciudadano, está haciendo mella en una sociedad que ya de por sí estaba enferma. La búsqueda constante de medios con los que sobrevivir ha dado paso a una guerra encubierta por el mundo de los contenedores. Esto en la ciudad condal es un constante (y creo que en muchas ciudades de España) y crea situaciones un tanto incómodas y/o violentas. Y no me refiero al tipo de incomodidad de tirar la basura mientras alguien a tu lado está rebuscando entre la mierda que generas. Me refiero a una violencia real, incómoda para los políticos y también para los ciudadanos, que al fin y al cabo somos los que recibimos el impacto diario en nuestras vidas.


Como decía, la realidad que nos rodea actualmente, la recesión a las puertas de nuestras casas, la falta de trabajo e ilusión hacen que este país esté en una especie de letargo mental, donde unos dictan y los otros asienten. En Barcelona dicha violencia se traslada a cada esquina del sinvivir diario. Y es que mires por donde mires te encuentras con un drama social que muchos prefieren ignorar.

Está claro que rebuscar entre la basura de los contenedores no es agradable para nadie. Una vez oí decir a alguien decir sobre este tema: "El tema está en perder el miedo al ridículo, en perder ese miedo innato en la persona de que sus congéneres le juzguen por hacer algo que está mal visto, algo propio del tercer mundo... pero el hambre aprieta compañero". Y aunque es verdad que ser pobre no está reñido con ser civilizado muchos parece que se escandalizan no por el hecho en sí, el de rebuscar entre los desperdicios, sino por el hecho de que las basuras se acumulen en las calles junto a los contenedores.

Pero en Barcelona parece que estamos más dispuestos a gastar el dinero del contribuyente en campañas de concienciación del reciclaje de basuras que en limpiar las calles de mierda. Pero claro, el reciclaje mueve pasta, de hecho es fundamental para sanear de alguna manera (junto a las multas) las arcas municipales. La ciudad condal es una ciudad incómoda donde el porcentaje de robos se incrementa cada año, donde la inseguridad ciudadana se ha apoderado de parques, estaciones de metro y de todo el centro de la ciudad. Pero el problema de la pobreza es un añadido del que nadie quiere hablar. Es cierto que mucha de esta gente que busca entre los contenedores son extranjeros venidos del este que forman parte de las mafias de la chatarra, pero (al menos en mi barrio) he visto que ya no es exclusiva de ellos, y que muchos jubilados hacen lo propio a puertas de grandes supermercados. Y aquí es donde quiero llegar con el tema de la violencia. 


 Como decía lo trágico de la situación viene cuando las zonas de trasteo (por llamarlo de alguna manera) son propiedad de unos cuantos, de los más fuertes, de los más violentos, que dejan las sobras esparcidas por el suelo para que los más débiles recojan de él los restos de los desperdicios aprovechables. O sea, los desperdicios de la propia basura. Y el hecho que escandaliza, repito, aparte de las peleas a cuchillo, sigue siendo la mierda que se acumula junto a los contenedores. 

Mi reflexión es la siguiente, y es muy sencilla de imaginar. Quédate con la primera foto, mírala bien, piensa en esa persona anónima, en su situación, ... piensa en cómo y por qué puede haber llegado hasta aquí. Piensa en cuando era pequeño, en cuando nació, cuando era un niño que jugueteaba feliz ajeno a su negro futuro. Reflexiona un momento en todo eso y piensa por último: ¿Y si ese fuese yo?

Y luego si quieres sigue despotricando sobre la mierda que se acumula junto a los contenedores por culpa de esta gente. Yo también lo hago, todos somos humanos (está claro que no es agradable tener toda esta acumulación de basura cada día junto a la puerta de tu casa)... pero piensa que mañana podríamos estar tú y yo tumbados en un cajero con unos cartones a modo de colchón despotricando de la vida mientras somos ignorados por el resto de mortales.


1 comentario:

  1. Ahora se me ocurrió que el título podría haberse llamado "La insoportable necedad de ser". Bueno, demasiado tarde. XD Bueno, ambas cosas van ligadas...

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