domingo, 24 de marzo de 2013

Lucas: un perro adoptado también es un amigo

Hay veces en que las decisiones salen solas, escupidas por el miedo, por la irreflexión y el puro egoísmo, y hay otras en que la meditación infinita hace imposible sacar una conclusión totalmente definida que pueda satisfacer a todas las partes involucradas en la toma de decisiones. Las curvas de nuestro cerebro son tan pronunciadas que muchas de las ideas que generamos se pierden por los rincones, y a la llegada de meta apenas pueden vislumbrarse cuatro ideas irreconocibles, que apenas dejan vislumbrar un acto de cobardía contigo mismo. A veces me dejo impresionar por chorradas y otras tantas me impresiona la misma vida, las vueltas y vueltas y el retorcimiento de ésta. 

Tras la muerte hace dos años y pico de uno de nuestros perros (puedes leer este post en homenaje que escribí cuando las lágrimas me dejaron hacerlo), a la edad de 8 años, uno se da cuenta de muchas cosas, reflexiona sobre sus errores, sobre la capacidad de amar de alguien que sólo sabe expresarse con la mirada, atento a un gesto, a una caricia, a ... cualquier cosa que salga de su dueño. Me parece impresionante penetrar en la mirada de un animal; si sabes profundizar en esos ojos  nunca jamás vuelves a ser la misma persona (algún día os contaré mi experiencia en Guatemala con los monos araña). El complejo mundo en el que vivimos y que nos esforzamos día a día por destruir va mucho más allá de nosotros mismos, de los egoístas seres más involucionados del planeta, de aquellos que acabarán por extinguir su propia existencia.


Decía (que siempre me voy por las ramas), que tras la muerte de nuestra pequeña compañera el mundo se detuvo por un instante muy largo, quedó en pausa, postergando al infinito cualquier acto, incluso el de respirar. Para el que jamás ha sufrido este acto de violencia vital es dificil explicarlo: Una nube embarga tu mundo, no existes, vagas por la existencia como un alma errante que no sabe ni quiere encontrar su camino. Es jodido, si. Muy jodido. Y cuando te das cuenta que el otro perro que te queda sufre de la misma forma todavía es más jodido. Son perros, dicen. Sí, son perros; y nosotros somos un fallo genético de los monos. 

La solitaria compañía del vacío no sólo afecta a las personas (que de hecho no dejamos de ser animales idiotas, egoístas y tozudos) sino que la compañera de nuestra amiguita quedó también afectada. La alegría del día a día quedó sumida en una incomprensible pena, ¿los animales no saben lo que es la muerte? Venga ya. Igual las personas no queremos entender, o no queremos darnos cuenta, de todo aquello que nos rodea. La sociedad actual engulle todos los sentimientos, la espiritualidad que nos rodea ¿dónde quedan los millones de años de evolución? ¿se quedó nuestra humanidad en las cavernas? ¿o nos da vergüenza afirmar que también somos animales?

La reacción humana ante la muerte es el inconformismo ahogado por el llanto, la etapa siguiente es la negación y cuando la idea ha madurado solemos intentar evitar una situación que nos pueda llevar de nuevo a ese estado inerte del que antes os hablaba: No quiero tener más perros. (en parte es una situación lógica).

Tras dos años en que unos lo llevamos mejor que otros, en que el recuerdo inundó y sigue inundando cada situación, reacción o estancia de la vida ... Lucas (un westy de 3 años) se cruzó en nuestro camino, gracias a Facebook y a unos amigos del barrio. En cuestión de horas se abalanzó sobre nosotros la oportunidad de rescatar a un perro de una protectora en Murcia (Protectora Animal Pintor J. Maria Párraga) ... la vida entonces se vuelve sobre tí con toda su fuerza y te destroza los esquemas. Y más cuando la fluidez con que sucede todo te hace sospechar de que todo estaba preparado de antemano, como una obra de teatro, acto a acto, verso a verso ... De la nada apareció Lucas.

Perro Lucas en Facebook
Cuando Ana me dijo: "es tuyo" no pude evitar pensar en Alicia, mi novia, en su felicidad, en la felicidad de mi perra Unha, en la felicidad de todos nosotros. Ya era mío. Da igual que en esos días de espera me hubieran dicho tiene tal enfermedad o tiene tal otra, era mío. Ya era mi responsabilidad. Era mi amigo desde que vi su foto por internet. Tampoco voy a engañaros, las dudas, los miedos, las reflexiones ... se agolparon de la misma forma que los sentimientos contrarios.

La decisión de bajar a Murcia a por él desde Barcelona (600 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) fue inmediata. ¿Lo enviamos por transporte animalista? No, vamos nosotros a buscarlo. Inmediato, en serio, salió como un resorte. Lucas no es mercancía, es mi amigo.

La primera imagen que tengo de Lucas es imborrable. Una chorrada de imagen, pero que ha dejado huella en mi cabeza desde aquel día. Simplemente le ví de reojo mientras bajaba de mi coche. Estaba erguido a dos patas mirando por la ventana, curioso, como esperando algo. Su primera reacción fue chuparle la nariz a Alicia como si la conociera de toda la vida. En aquel momento las dudas se disiparon, los miedos quedaron de nuevo bajo llave, difuminados entre sentimientos regalados. Una situación muy molona.

Lucas adoptado en Murcia
Tras pasar el fin de semana en una casa rural de la zona nos chupamos 600 kilómetros de vuelta sin dejar de centrar la atención en nuestro nuevo amigo peludo, y como no, en la reacción que podría tener nuestra perra. De hecho ése era el peor de los miedos (superados el resto) ¿cómo se lo va a tomar? ¿se llevarán bien? una comida de coco de 6 horas y pico. Uf!

Llegados a Barcelona hicimos las presentaciones. En pocos segundos nuestra perra quedó reenganchada a la vida. No se cómo os podría contar esta reacción. Es como si dos años después de la muerte de nuestra Bichu volviera de nuevo a seguir con su vida, un cambio de chip, ... un "hola, ya estoy aquí de nuevo! cómo te fue?" por parte de los dos ... flipante. 

Lucas en el Parque
Y tras poco más de un mes aquí seguimos, dándole una nueva oportunidad a Lucas de ser feliz, y lo es, os lo puedo asegurar. Pero esa felicidad es a tribanda, recíproca, alucinante, como volver a enchufar unas vidas descarriladas, una situación de retorno a la línea ... no se como contaros la experiencia. En cuanto a Lucas es flipante, un perro super bueno, super obediente, un personaje de tomo y lomo, eso sí, cabezón cuando quiere, pero la cosa más simpática del mundo. En cuanto a nuestra perra el cambio ha sido radical. Es una perra muy sumisa que no quiere saber nada de los perros, sólo le gustan las personas, pero con Lucas la relación es especial, que puedan dormir a un palmo uno del otro nos asombra, no lo hacía ni con su compañera de toda la vida. Es como un "te he echado de menos". No se, es una situación indescriptible.

Unha y Lucas
Unha y Lucas durmiendo
Lucas durmiendo a pata suelta
Estas pequeñas cosas son las que hacen emocionante a la vida, que de vez en cuando entre hostión y hostión te regalen un momento así ya merece la pena como experiencia. La vida, unos intentan jodértela mientras otros intentan regalártela. No me siento orgulloso de adoptar ni de no adpotar, como los budistas, me siento orgulloso de haberte podido encontrar. Yo ya se lo que me digo, y el que quiera que lea entre líneas.

4 comentarios:

  1. Jo que entrada más bonita ♥
    me alegro un montón!! que majos se ven los dos ^^

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  2. Gracias Lansy, la verdad es que fue una decisión super importante en nuestras vidas. 8 años de la vida de un perro son imposibles de resumir en un "hasta luego", y las comidas de coco que hemos tenido hasta llegar a este punto no te las puedes ni llegar a imaginar. Pero ahora estamos super contentos. Es tan guapo el tío que nos ha robado el corazón a todos. XD

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  3. en 2011 nos dejaron nuestros dos bichejos, una con 15 años y el otro con 17 y medio, fue terrible, yo también dije lo de que no quería otrto perrro, pero... hace 4 meses adoptamos a Txasky, tiene ya 6 añitos, pero es nuestro enano. De nuevo me apetece ir de paseo cada día y jugar con el en el jardín, "hablamos" el mismo idioma, el de ese cariño que no todos saben demostrar.
    Enhorabuena por tu querido Lucas.

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    1. Siempre he pensado que la gente que ama a los animales no puede prescindir de ellos. Creo que adoptar a un nuevo amigo tras la muerte de un ser querido (17 años! O_o) ayuda en parte a superar esa situación. Yo ya estoy temblando porque nuestra gruñona cumplirá este año 11 añazos. Pero de igual manera que ella me ayudó a superar la muerte de nuestra pequeñaja, Lucas se que cumplirá perfectamente su función de apoyo moral para la familia. Al fijn y al cabo somos una manada de animales en busca de apoyo mutuo.

      ¡Gracias x tu comentario!

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